Coronados
Conmovedora compañía:
a veces los prismas, a veces las campanas.
Piromanía y trabajo…
Nos sonrojamos, caballeros.
Hay menos vida en las exageraciones adquiridas.
Cientos de cabellos, cientos de cangrejos dorados,
cientos de pulgares alrededor del cuello.
Una escena epistolar nos aturde.
Yo, fijo: virtudes del sarcasmo judío.
Caras blancas sin nombre
se convierten en unidades asmáticas.
Las guillotinas de la república serias, todavía.
Hasta las sombras son presas de Saturno,
lo humano lloroso, incluso mandril.