Conquista de sastres ortodoxos
Supersticiones, manos de costuras como salmos,
juran los zapatos que nos pasean a todos iguales.
Hilos algodonados se trenzan en la luz
mientras las camisas de los santos son rasgadas
por la timidez de la saliva que nos va remangando.
Sastres de gatos chinos en las vidrieras
convierten carajos y putas madres en linos baratos.
Todo el griterío debajo de los cielos
habla de las gentilezas y los sueños
de encontrar un nuevo diablo bien vestido.