Futuriana
No veo hierro, ni en ti ni en mis manos.
Huyendo con la ropa apretada
Comienza el tiempo de los cantos desnudos
Y la pureza deseada por las crines.
No hay pistas ni tinteros ni cálices,
En los bordes de la inocencia
La curiosidad es de las cartas por sus destinos,
Y es tu estatura más arcana que los perros,
Y los callejones brillan tercos,
Y ni siquiera tienen luz.